Esto
es lo que ocurre en su cuerpo a los 30 minutos de beber un refresco de cola
Tiene sed y la garganta seca. Su mano se aferra a la
lata helada por la que resbalan unas refrescantes gotitas de agua.
Quita la anilla y «pshhhh»... listo.
El líquido burbujeante desciende por su garganta. El gas carbónico le sube a la
nariz y suelta unas lágrimas. ¡Está tan buena! Sin embargo...
Unos diez minutos más tarde
Ahora que ha vaciado la lata, debe saber que ha ingerido el equivalente a ¡10
terrones de azúcar! En principio debería vomitar de repulsión, pero el ácido
fosfórico que contiene esta bebida gaseosa enmascara el azúcar con un sabor
ácido, que provoca una ilusión saciante.
Después de unos veinte minutos
El índice de azúcar en sangre aumenta brutalmente y pone su organismo a prueba.
El páncreas se embala y segrega insulina en masa. A pesar de todo, la insulina
es vital para el organismo y ella sola es capaz de transformar en grasa el
increíble exceso de azúcar en sangre, que el cuerpo tolerará mejor. En efecto,
puede almacenar la grasa en forma de incómodos michelines, inofensivos si son
provisionales, mientras que la glucosa resulta un veneno mortal cuando se
encuentra en altas dosis en la sangre. El hígado es el único capaz de almacenar
glucosa, pero su capacidad es muy limitada.
A los treinta minutos
El cuerpo absorbe totalmente la gran cantidad de cafeína que presenta el
refresco de cola. Hace que se dilaten las pupilas y que aumente la presión
sanguínea.
En ese mismo momento se saturan las reservas de azúcar en el hígado, lo que
provoca el rechazo de azúcar en la sangre.
A los tres cuartos de hora
El cuerpo empieza a producir más dopamina. Se trata de una hormona que estimula
el "centro del placer" en el cerebro. La heroína produce el mismo
efecto.
Ésta no es la única similitud que comparten el azúcar y las drogas. El azúcar
también puede provocar dependencia, hasta tal punto que un estudio ha
demostrado que el azúcar es más adictivo que la cocaína. No es casualidad que
el "adicto" que se dispone a beber su bebida de cola se encuentre tan
nervioso como un drogadicto.
Una hora después
Ahora tiene lugar un descenso del nivel de azúcar (hipoglucemia) y la energía,
tanto física como mental, cae en picado.
Para evitar esta cadena de catástrofes, cuando se trata de calmar la sed, la
única y verdadera solución es beber agua.
¡No soy una planta!
Es difícil empezar a beber agua cuando uno se ha acostumbrado durante años a
ingerir bebidas azucaradas o compuestas (café, té, vino, cerveza...). Uno cree
que no será capaz de conformarse con el insípido sabor del agua. A menudo
pueden escucharse expresiones jocosas como "¡No soy una planta!" o
"¡El agua es para los peces!" mientras quien las dice se mete en el
cuerpo un refresco.
En realidad, el mal va más allá de una simple cuestión de sabor. Las personas
que se resisten a beber agua son casi siempre las que realmente no tienen sed.
Y si no tienen sed es porque no hacen ejercicio físico.
Cuando se ha transpirado de verdad, ya sea en el trabajo o haciendo deporte,
beber agua se convierte no sólo en una necesidad, sino en un verdadero placer.
Por qué dejar de beber refrescos
Piense en ello. Después de realizar un esfuerzo, puede tener ganas de beber un
refresco o una cerveza bien fría, pero verá que estas bebidas no ofrecen una
satisfacción tan intensa como la que proporciona el agua. El agua es un placer
supremo cuando realmente se tiene sed. Además, al beber agua reducirá el
consumo del resto de sustancias nocivas que se encuentran en las bebidas con
gas, empezando por:
- El ácido
fosfórico, que interfiere en el metabolismo del calcio y causa
osteoporosis y un debilitamiento de los dientes y los huesos.
- El azúcar,
factor clave de la diabetes, enfermedades cardiovasculares, inflamaciones
crónicas, artrosis y cáncer.
- El
aspartamo, del que existen más de 92 efectos secundarios relacionados con
su consumo, como los tumores cerebrales, la epilepsia, la fragilidad
emocional o la diabetes.
- La
cafeína, que provoca temblores, insomnio, dolores de cabeza, hipertensión,
desmineralización y pérdida de vitaminas.
Y eso por no
hablar de la acidez de la cola, que resulta desastrosa para los dientes. ¿Se ha
dado cuenta de que los dientes están ásperos después de beber un refresco de
cola? Es más ácido incluso que el zumo de limón. Tanto que podría utilizarse
para limpiar las monedas de metal (pruebe a poner una moneda sucia de 50
céntimos en un vaso con un refresco de cola durante media hora). El esmalte de
los dientes se vuelve poroso y se vuelve amarillento grisáceo si se bebe con
frecuencia.
Con toda la lista anterior de desastres parece innecesario hablar de los
efectos en la obesidad: el consumo de bebidas gaseosas, sobre todo en los
niños, aumenta el riesgo en un 60 %. No hay ninguna buena razón para darle a
sus hijos bebidas gaseosas, salvo que quiera que:
- aumente el
riesgo de diabetes.
- aumente el
riesgo de cáncer.
- crearles
una dependencia al azúcar.
Si quiere un buen consejo, tanto para su salud como
para su economía, tome nota de éste: no deje que ninguna bebida azucarada cruce
la puerta de su casa.
Vuelva a beber agua. Empiece el día bebiendo un buen vaso, incluso antes de
desayunar. Le hará un gran regalo a sus riñones, que trabajan tan duro durante
todo el día para limpiar la sangre. Estarán más sanos, más limpios y se sentirá
más en forma.